Debería prestar más atención a los detalles, a
esas pequeñas cositas que apenas miramos de reojo justamente por ser casi
insignificantes, pero que podrían salvarnos de un mal momento si nos
detuviéramos a mirarlas…
Mi nombre es Víctor y espero que mis palabras sirvan
para ayudar a alguien…
Febrero de 1963, suenan fuerte en el mundo los
Beatles y Elvis, los Rolling ya hicieron su primer concierto pago, aunque acá
escuchamos más a Leo Dan o Antonio Prieto y los flamantes del Club del Clan. Brasil
ya gano en Chile y nosotros quedamos décimos.
Franco sigue en España y acá encerraron la
democracia en la isla, pero los martes a las 22hs le abrimos el corazón a la
familia Falcón.
Ya nació la mini de Mary, nos asustaron con
los misiles y sacaron los tranvías. Leímos ¨Sobre héroes y tumbas¨ y ¨El lado
de las sombras¨, nació 007 y armamos el Ford Falcon.
Ya vimos ¨Alias Gardelito¨, ¨La gran familia¨ y
el primer noticiero rosarino. Nos escandalizamos con ¨Lolita¨ pero no tanto
porque Marilyn ya no estaba ahí.
Yo cumplo hoy mis jóvenes 28, y ya terminada
la reunión familiar vamos con mis amigos a seguir el festejo en el baile de
carnaval que hace el club del barrio montados en mi discreto cupé De Ville 59.
Estacionamos frente a la entrada del club, como
para que nos vean llegar. No es que lo necesite, ya que, modestia aparte, soy más
que agraciado, pero como dicen, todo suma a la hora de la conquista.
Es justo que me describa un poco, no por
presumir, sino para avalar lo que digo. Tengo un excelente físico gracias a los
deportes que practico con frecuencia, mido 1,90m, ojos de un extraño color casi
violeta, corte de cabello apenas más largo que militar y un bigote bien formado
que ya ha hecho cosquillas en casi todas las boquitas pintadas de la zona. Siempre
estoy bien vestido, ya sea de sport o formal, gracias a que los negocios de
papa siempre andan viento en popa. Por esto mismo tengo una excelente educación
y gracias a los viajes al exterior conocí otras culturas. Todo esto hace que
pueda sostener muy amenas charlas, y si le sumamos que soy un muy buen bailarín
de casi todos los ritmos…
Bueno, retomando la historia, entramos
esquivando algunos chorros de agua lanzados por los clásicos pomos que usaban
los chicos (y los no tanto) y enfilamos para la pista de baile, que no era otra
cosa que la cancha de básquet apenas adornada con luces, guirnaldas y cintas.
Nos paramos en el borde, y entre charla y una
que otra whiscola mirábamos el panorama femenino del lugar, lo mas
disimuladamente posible, tratando a la vez de esquivar con los vasos el papel
picado que no dejaba de caer.
Como era de esperar estaban todas las chicas
del barrio. Luego de un corto debate ya estábamos de acuerdo en quien invitaba
a cada una para bailar y, si era posible, alguna promesa para la semana, cuando
ya no estén acompañadas.
En ese momento apareció de entre la gente, la
morocha más hermosa que había visto en todos mis años, lo cual, como ya dije, no
era poco.
El cabello largo hasta mitad de la espalda, unos
ojos de gata salvaje color verde esmeralda, la boca perfecta con gruesos labios
de un rojo furioso contrastando con una palidez casi enferma. Supongo que
rondaría los 22 años y una altura de 1.65m, dueña de unas tremendas curvas que
me dejaron boquiabierto, al igual que su vestuario. Una remerita cuello en V
ajustada que marcaba a la perfección sus formas, como si la llevase dibujada, y
una minifalda de colores que dejaba sin aliento al que osaba mirar.
Caminaba hacia donde estábamos, rompiendo
todos nuestros planes, y empezamos a posicionarnos para captar su atención, casi
con graciosa desesperación. A su paso me regalo una de esas miradas que te
abren el pecho y llegan al corazón, como para que no queden dudas de su
elección.
La seguí urgente entre la concurrencia. Ella
se abría paso rápida y grácilmente. A cada paso que daba, la gente se hacía a
un lado para dejarla pasar. Yo, en cambio, iba repartiendo codazos y empujones,
y recibiendo otros tantos.
Se dirigió hacia la zona de vestuarios, que
estaba cerrada al público por una respetada cinta roja y un cartelito que decía
¨no pasar¨.
Ella sin embargo, cruzó la cinta levantando
una a una sus piernas, haciendo que su minifalda diera un salto, seguida atentamente
y al compas por mis ojos. La alcancé en la puerta misma del vestuario, y sin
mediar palabra se colgó, literalmente, de mi cuello y empezamos a besarnos
desaforadamente. Fui pasando mis manos por debajo de su falda, despacito, como
pidiendo permiso, y al sentir que su cuerpo daba aprobación, me aferré a sus
firmes y redondos glúteos alzándola por los aires para cruzar la puerta.
Siguió una hora y media en la que solo paramos
para respirar, recorrí todo su cuerpo desesperado, y ella, hambrienta, el mío.
La espalda ardiendo por sus uñas y una que
otra dentellada suya por otras partes de mi cuerpo fueron mis dulces heridas
tras la batalla, en el intento por conquistar el territorio deseado.
Mientras, recuperando el aliento, nos preparábamos
para salir, noté que esquivaba mi mirada. Avergonzada por dejarse llevar por la
pasión, intentaba una que otra justificación. Me dijo que nunca se comportaba
así, pero era muy fuerte lo que sintió y ya no se pudo contener. Yo no
necesitaba explicaciones, pero la entendí porque a mí me había pasado igual.
Pasamos el resto de la velada bailando y
charlando para conocernos un poco más, estaba hipnotizado y no quería alejarme
de ella. Me contó que se llamaba Ángela, que hacía muy poquito que había venido
de Francia con la familia y que vivían
un tiempo en cada país debido ¨negocios familiares¨ que no aclaró y yo no quise
preguntar.
Cerca
de las cuatro de la madrugada llegaron las despedidas y el club empezaba a
vaciarse.
Decidimos salir a la calle, y en lugar de subir
a mi auto, caminamos, como para estirar la despedida, cruzando los brazos por
las espaldas y asiendo la cintura ajena.
Eran solo tres o cuatro calles hasta su casa
pero demoramos todo lo que pudimos, haciendo los pasos cortitos y parando cada
tanto para besarnos y apretar fuerte nuestros cuerpos.
Al llegar, resignado por la inevitable
despedida, ya había repasado mentalmente todos los argumentos para un nuevo
encuentro, y comenzaba a exponerlos cuando fuimos interrumpidos por el sonido
de la puerta que se abría.
Empecé a prepararme para las presentaciones y
las disculpas por el horario, pero fui sorprendido por una criatura igual de
hermosa que asomaba tras la puerta y nos hacía señas para entrar. Cruce una
mirada con Ángela que aprobó con una sonrisa, así que no dude y entre a su
casa.
Ángela me presento a su hermana gemela
Beatriz. Cabe decir que las únicas diferencias que note entre ellas fueron que
Beatriz lucía una cabellera igual de larga que Ángela pero de un color rojo
fuego impactante y una minifalda estampada con otros colores.
Ya en el interior, todavía sorprendido,
alcance a dar una rápida mirada al lugar, se notaba un buen pasar económico, ya
que la sala mostraba un amoblamiento de calidad, en las paredes claras colgaban
unos retratos, que supuse de familiares, y hacia el centro un gran espejo con
marco trabajado, justo frente a los sillones de cuero color café con leche y la
infaltable mesita ratona adornada con unas flores artificiales encima y un par
de floreros posados sobre unas columnas estilo griego, también con flores
artificiales. Aunque reconozco que estaba más pendiente de Beatriz pensando en
si iba a tener la posibilidad de comprobar, en algún momento el parecido con su
hermana.
Ángela y yo nos sentamos en el sillón grande
mientras Beatriz servía café acompañado con una copa de cognac francés y unos
bocaditos de chocolate suizo en la mesa ratona paseando su minifalda muy cerca
de mí. Yo, con gran esfuerzo, trataba de no mirarla.
Luego se sentó a mi lado, de tal manera que
quede en el centro de las dos.
Hablamos de bueyes perdidos hasta terminar el
café, parte del cognac y uno que otro bombón. En un momento Ángela cruza una de
sus piernas sobre la mía, me toma de la cintura y acerca su cabeza como para
apoyarse en mí, yo respondo cruzando mi brazo por detrás atrayéndola, al mismo
tiempo siento que Beatriz hace lo mismo. Quede paralizado un instante y sin
mirar alcé mi otro brazo, casi como un reflejo, atrayéndola también. Sentía
como se aceleraban las respiraciones de las hermanitas, a cada lado de mi
cuello, a medida que empezaban a recorrerme con sus caricias. Todavía no sé de
donde surgió tanta energía en mí, pero ya estaba listo y dispuesto para otra
ronda apasionada.
Alcance a ver el brillo de mi sonrisa en el
gran espejo cuando ellas acompañaron sus caricias con besos y algunos raspones
de sus dientes contra mi cuerpo. En un segundo mi camisa de seda italiana
estaba tirada en el piso… Junto con las remeras y sostenes de mis acompañantes.
El ardor en la espalda me recordó los momentos
en el club, pero rápidamente y sin darme tiempo a lamentos, Beatriz apoyó sus
grandes pechos en mis heridas, comenzando a besarlas y, por momentos, lamerlas.
Ángela me abrazaba de frente y paseaba con sus
besos por todo mi cuerpo, apretando cada tanto sus pechos contra mí, como para que
no me entregue solo a su hermana.
Entre las dos terminaron de desvestirme y
quede perdido entre sus cuerpos que se movían apretándome dulcemente. ¡Mis
manos no alcanzaban para recorrer tantas curvas! Igual me las arreglé para
desaparecer sus bragas. Usaba una mano con cada una y trataba de apretarlas
contra mí mientras alternaba los besos con ambas.
En el espejo seguía yo con mi cara de
felicidad, ahora totalmente desnudo y con mis brazos abiertos acariciando… ¡el
aire! Mire de nuevo implorando que no sea un sueño… Ahí estaba yo, desnudo,
mirándome y moviendo los brazos.
Mire a Ángela y Beatriz que me respondieron
con besos para que no tenga dudas y feliz las apreté contra mí para sentirlas.
Volví a mirar el espejo, ¡otra vez solo!¡Pero sentía sus manos, sus pechos, sus
piernas que se entrelazaban apretándome, la humedad entre sus piernas
frotándose contra mí, sus bocas en mi cuello, sus uñas, sus dientes!...
Sigo mirándome en el espejo que devuelve, en
mi solitario reflejo, unos hilitos de sangre a ambos lados de mi cuello. ¡No es
un sueño! ¡Es bien real! ¡Y empieza a doler!
Recorro mentalmente, como en una película en
cámara rápida, toda la noche. Ahora veo todos los detalles a los que no le
preste debida atención. Ya no importa nada mas, comienzo a sentirme distinto,
ni mejor ni peor, raro diría. Mientras tanto mi imagen en el espejo lentamente
va desapareciendo…
OMAR MAJUL
Eres un diamante en bruto, un estruendo, un regalo que tengo el placer de disfrutar como primera espectadora, me siento en primera fila, para disfrutar tus letras, para decir wow!!... de que estamos hechos, de donde nace tanta imaginación, en que momento comienza el otro cuento, el otro poema, el otro verso... decir que el cuento esta muy hermoso es poco, porque hay pasión, hay vida, hay historia, hay arte, hay un amor incondicional y desinteresado, decir esta bello es poco... porque es realmente magnifico. Felicidades Omar y un millón de gracias por compartir algo tan tuyo como tus sueños
ResponderEliminarOmar:
ResponderEliminarMuy bien ambientado, una narración fluida y un final logrado.
Me gusta cómo mezclas la sensualidad con el terror, es un cóctel que da buenos resultados.
Espero que avises a través del FB cuando subas algo nuevo, pues yo me guío por eso o por los comentarios me que dejan en el blog para visitar. El problema es que son 2900 amigos, es MUY complicado.
Te dejo un abrazo y vamos con este blog...
HD
Muy bueno tío!!! Un cuento atrapante, con descripciones mezcladas en el relato en longitud justa, para no cansar al lector que está entusiasmado en seguir con la historia. De fácil lectura sin caer en lo común, todo lo contrario... muy elocuente y original. Además personalmente me encantan las historias que justo en los últimos renglones te dejan con la boca abierta, porque caés en todo lo relatado anteriormente. Realmente fascinante... yo iría averiguando la posibilidad del libro : ) sería la primera en comprarlo. Espero que nos veamos más seguido!!! : )
ResponderEliminarTrabajo registrado:
ResponderEliminarhttp://www.safecreative.org/work/1210012431832