jueves, 8 de noviembre de 2012

SOLA CON SU SOLEDAD



                               
Ella comenzaba su ritual semanal. Se preparaba para una nueva salida nocturna.
Había empezado temprano, como para tener el suficiente tiempo… El necesario tiempo.
Recién bañada se desnudo por completo frente a su gran amigo, ese que nunca iba a mentirle… Ni para bien ni para mal.
Jugaba a posar frente a él. Se acomodaba para mostrarse sexy, deseable. No es que lo necesitara pero siempre fue insegura.
Ya no era una nena con la otrora casi escultural figura, esa que robaba el sueño a simple vista. No, ya no, y de tanto fingir casi nadie sabía su edad.
 Yo si… Estaba llegando a los tan temidos 40.
Hizo una pausa…
Se relajo…
Dejo de posar…
Y espero entre paciente y resignada que ese sincero aunque a veces cruel amigo le cuente fielmente lo que veía.
Alguna que otra cana traicionera que había escapado a la tintura, algunos rollitos que ya no sabía cómo esconder, las huellas que unos hijos y el mismo tiempo habían surcado, el efecto de la gravedad que luchaba por contrarrestar ajustando cada vez más sus ropas.
Bueno ¡es lo que hay! Le dijo enojada a la imagen que le devolvía el espejo de su habitación, como si con eso el fuera a cambiar de opinión.
Empezó a pintarse, a peinarse, a cambiarse.
Ya se veía con sus amigas en algún bar, tomando, riendo, hablando… tomando…
Buscando y conociendo hombres…
Riendo, charlando y tomando con esos hombres.
Amaneciendo sin saber donde ni con quien, con ese extraño gusto entre agrio y amargo que ya se le había hecho familiar.
Decidida a divertirse, a estar acompañada, a llenar ese vacío que sentía en la boca del estomago.
¡Pero no ves!…
¿Qué vas a hacer cuando no queden bares ni camas por recorrer?
¡Todavía no entendes!…
¡El sexo no es amor!
¡Las  risas no son felicidad!
¡Puedo ver tu triste soledad escondida tras tu sonrisa, y el desamor descansando en tu colchón!
                                 OMAR MAJUL