Ella
comenzaba su ritual semanal. Se preparaba para una nueva salida nocturna.
Había
empezado temprano, como para tener el suficiente tiempo… El necesario tiempo.
Recién
bañada se desnudo por completo frente a su gran amigo, ese que nunca iba a
mentirle… Ni para bien ni para mal.
Jugaba a
posar frente a él. Se acomodaba para mostrarse sexy, deseable. No es que lo
necesitara pero siempre fue insegura.
Ya no era
una nena con la otrora casi escultural figura, esa que robaba el sueño a simple
vista. No, ya no, y de tanto fingir casi nadie sabía su edad.
Yo si… Estaba llegando a los tan temidos 40.
Hizo una
pausa…
Se relajo…
Dejo de
posar…
Y espero
entre paciente y resignada que ese sincero aunque a veces cruel amigo le cuente
fielmente lo que veía.
Alguna que
otra cana traicionera que había escapado a la tintura, algunos rollitos que ya
no sabía cómo esconder, las huellas que unos hijos y el mismo tiempo habían
surcado, el efecto de la gravedad que luchaba por contrarrestar ajustando cada
vez más sus ropas.
Bueno ¡es lo
que hay! Le dijo enojada a la imagen que le devolvía el espejo de su
habitación, como si con eso el fuera a cambiar de opinión.
Empezó a
pintarse, a peinarse, a cambiarse.
Ya se veía
con sus amigas en algún bar, tomando, riendo, hablando… tomando…
Buscando y
conociendo hombres…
Riendo,
charlando y tomando con esos hombres.
Amaneciendo
sin saber donde ni con quien, con ese extraño gusto entre agrio y amargo que ya
se le había hecho familiar.
Decidida a
divertirse, a estar acompañada, a llenar ese vacío que sentía en la boca del
estomago.
¡Pero no
ves!…
¿Qué vas a
hacer cuando no queden bares ni camas por recorrer?
¡Todavía no
entendes!…
¡El sexo no
es amor!
¡Las risas no son felicidad!
¡Puedo ver tu triste soledad escondida tras tu sonrisa, y el
desamor descansando en tu colchón!
OMAR MAJUL
Trabajo registrado:http://www.safecreative.org/work/1211072649267