viernes, 19 de abril de 2013

INFORME DE GUERRA



Hoy quiero contarles la historia de una guerra…
Una guerra que se definió en una sola batalla…
Batalla que duró el tiempo suficiente como para ser inolvidable.
En ésta batalla no hubo muertos, tampoco sangre derramada en el campo. Y aunque cada uno pensaba que había ganado, no hubo vencedores ni vencidos.
Como ya dije, ésta guerra fue de una sola batalla, por lo tanto es justo y necesario detallar esta última.
Todo comenzó muy temprano, mucho antes de asomar el sol dominical, aunque como es lógico los preparativos venían de tiempo atrás.
La lucha fue cuerpo a cuerpo y no había armas a la vista. Cada uno confiaba en sus habilidades.
Solo vos y yo…Frente a frente…En soledad…
Ataco primero estirando mis brazos para atraparte y vos intentas el mismo amague. Casi parecemos entrenados en el mismo lugar.
No podes zafarte…
Yo tampoco…
Mis manos contra tu cintura, las tuyas contra mi espalda…
Mi boca contra la tuya, tu lengua contra la mía…
Mis piernas firmes en el piso las tuyas ya rodean mi cuerpo…
Nuestras ropas tiradas decorando exóticamente el lugar…
Mi sexo en el tuyo, y voy paladeando mi victoria. Los movimientos de tu cintura intentando luchar solo apuran el desenlace.
Llega la arremetida final con estallidos de fuegos de colores en el cielo y dulces estertores en los cuerpos…
Unas últimas escaramuzas ya casi sin fuerzas… Bocas, manos, dientes, piernas. La última pelea de lenguas saboreando el triunfo…
Fin de la batalla. Sin muertos, sin armas, sin vencedores ni vencidos, sin daños a la vista…
Pero tu mirada en la retirada abre una herida en mi pecho, y tu indiferencia posterior la profundiza.
Estoy de rodillas en el suelo contemplando mi corazón que enloqueció hasta estallar.
Vos seguís con tus guerras, con tus batallas, con tus victorias.
Yo sigo tratando de ordenar los pedazos de corazón para volver a armarlo.
Aunque, seguramente, los que no encuentro, en algún descuido, te los llevaste de trofeo.
                                OMAR MAJUL 
                       

lunes, 8 de abril de 2013

OBSESIÓN


Ya te busque por tantos lugares… Sin suerte.
Recorrí las plazas y los parques, todos los sitios por los que acostumbramos pasear juntos. Pregunté a cada caminante.
¡Parecía que el mundo te había olvidado! Nadie te recordaba y yo no podía sacarte de mi cabeza. Pensé que alucinaba así que fui a buscarte al trabajo, como tantas otras veces, pero también te negaron. Nadie te conocía.
Empecé a dudar de mi cordura…
¡Pero ahí me di cuenta! ¡No era yo, eran ellos!
Se habían complotado para esconderte de mí, para separarnos, no querían que estemos juntos, ¡hasta borraron el corazón con nuestros nombres en el árbol de la plaza!
Seguro que a vos te hacen lo mismo.
¡Es que nos envidian tanto!
Cuando estamos juntos todo lo demás desaparece, somos solo vos y yo, y el amor nos hace invencibles. Logramos todo lo que nos proponemos, derribamos todas las barreras, superamos todos los obstáculos y nos amamos tanto que llegamos a la adoración.
Insisto en la búsqueda a pesar que ya me empiezan a mirar raro, algunos tratan de convencerme que estoy equivocado, ¡como si no existieras!
Estoy empezando a enojarme y empiezo a molestar con mi obstinación, ya interrumpo charlas de café, reuniones de oficina y hasta besos de amantes.
Está cayendo la tarde y sigo sin encontrarte…
Recorro los lugares una y otra vez, pero ahora parece que logre molestarlos lo suficiente.
Veo que se juntan y deliberan mirándome de soslayo y disimuladamente.
¡Seguro van a confesar su infamia!
Se acercan unos pocos y me piden que los acompañe para terminar con todo esto de una vez.
Intentaron explicarme que íbamos al lugar donde estabas, pero yo no los escuchaba, solo quería llegar, verte y abrazarte fuerte para que no nos separen de nuevo.
¡Al fin dejaron de esconderte!
¡Suerte para ellos, estaba por empezar a matarlos uno a uno!
Los miro con desprecio y les espeto con una carcajada:
¡Lo sabía, yo lo sabía, jajaja! Mientras me miraban entre perplejos y sorprendidos…
Ya estás aquí, ya podemos besarnos, amarnos y estar juntos otra vez…
Y este chaleco ajustado que llevo no es ningún impedimento para ello.
                              OMAR MAJUL