miércoles, 18 de diciembre de 2013

EL PRECIO DE PARTIR



Si todo tiene un precio, dime Dios mío. ¿El tuyo cuál es?
¿Cuánto más tengo que pagar para que me dejes partir?
Yo solo quiero escuchar: - Ahora ya descansa en paz.
¡Yo solo quiero poder descansar en paz!

Si acá todo se compra y vende…
Hombres con precio…
Mujeres con precio…
Y hasta criaturas que ni saben andar.
¿En serio crees que vale la pena “imaginar una oportunidad”?

Si todo tiene un precio, dime Dios mío. ¿El tuyo cuál es?
¿Cuánto más tengo que pagar para que me dejes partir?
Yo solo quiero escuchar: - Ahora ya descansa en paz.
¡Yo solo quiero poder descansar en paz!

Dime Dios mío ¿por qué?
Dime Dios mío ¿para qué?
Si sólo hay sombras en el horizonte,
Si en mi corazón sólo hay oscuridad,
Dime por favor ¿por qué?
Dime por favor ¿para qué?
¿En serio crees que vale la pena “imaginar una oportunidad”?

Si todo tiene un precio, dime Dios mío. ¿El tuyo cuál es?
¿Cuánto más tengo que pagar para que me dejes partir?
Yo solo quiero escuchar: - Ahora ya descansa en paz.
¡Yo solo quiero poder descansar en paz!

Yo que siempre las buenas noches te di,
Yo que siempre rogué para que con Ángeles puedas dormir,
Dime Dios ¿por qué?
Dime Dios ¿para qué?
Si hoy sólo quiero verte sufrir,
Y que te duela en los huesos como me duele a mí.
¿En serio crees que vale la pena “imaginar una oportunidad”?

Si todo tiene un precio, dime Dios mío. ¿El tuyo cuál es?
¿Cuánto más tengo que pagar para que me dejes partir?
Yo solo quiero escuchar: - Ahora ya descansa en paz.
¡Yo solo quiero poder descansar en paz!

No hay luz al final del túnel,
Pero igual quiero partir…
Lo único que brilla es ese fuego
Que siempre espera por  mí…
No hay imagen en el espejo,
Y ya no quiero mirar allí…
No hay monedas para el barquero
Pero nadando cruzaré al fin.
¿En serio crees que vale la pena “imaginar una oportunidad”?

Si todo tiene un precio, dime Dios mío. ¿El tuyo cuál es?
¿Cuánto más tengo que pagar para que me dejes partir?
Yo solo quiero escuchar: - Ahora ya descansa en paz.
¡Yo solo quiero poder descansar en paz!
Yo solo te pido Dios que me puedas perdonar.


                   OMAR MAJUL

martes, 3 de diciembre de 2013

PALABRAS MÁGICAS


Esta es una historia como tantas otras, mitad real mitad tal vez. Lo cierto es que a él, que rondaba el medio siglo, le gustaba hacer magia, tenía sus shows, animaba fiestas para grandes y chicos, solo cambiaba algunos trucos según la edad de su público, pero, en general, todos lo adoraban por igual. Le encantaba hacer aparecer y desaparecer cosas para ver los rostros de sorpresa e incredulidad… Nunca faltaba el escéptico sabelotodo que intentaba descifrar sus trucos y se retiraba humillado del escenario.
Lo que nadie sabía es que no había trucos. ¡El realmente hacía magia! Cuando pronunciaba las palabras mágicas las luces, el humo y todo lo que pasaba en el escenario era completamente real.
Un día cualquiera, mientras hacía uno de sus shows, vio entre el público a una chica común, como tantas otras, no destacaba demasiado y hasta se podría decir, que si iba en grupo, podía pasar inadvertida. Pero ella, con su juventud veinteañera, le sonrió justo cuando cruzaban una mirada perdida, iluminando aún más sus grandes ojos…
 Él vio esos destellos verde musgo que le recordaron su niñez, las vacaciones en las sierras, que ya eran su lugar en el mundo, se transportó cientos de kilómetros y se olvidó del show. Por primera vez se desconcentró y empezó a fallar en sus trucos.
Al principio su público pensó que eran de esas bromas que hacen los magos, simulando que el truco falla, pero al rato ya fallaban todos. Cada vez que decía las palabras mágicas la gente se preparaba para sorprenderse… pero nada… nada de apariciones ni desapariciones, nada de luces ni humo. Por más esfuerzo que hacía, no lograba concretar ningún truco, ni siquiera los más sencillos.
Las risas se tornaron en abucheos, gritos que pedían la devolución del dinero de las entradas, algún que otro epíteto irreproducible, y no faltaron tampoco, algunos proyectiles lanzados con bastante poca puntería - por suerte para él – improvisadas con partes de las butacas arrancadas.
Tuvo que retirarse rápidamente para evitar males mayores.
¡Era la primera vez que le fallaban las palabras mágicas!

Resignado por haber perdido su magia, empezó a trabajar de lo que conseguía, pero como no podía concentrarse, no duraba en ninguno. Cada vez que cerraba sus ojos, aparecían esos destellos verde musgo que ya lo atormentaban, y empezaba a lamentarse de su timidez, de no haber tenido el valor de acercarse siquiera para cruzar unas palabras. Ideaba en su cabeza mil diálogos distintos y otras tantas situaciones que podrían haber ocurrido si solo se hubiera animado… Pero todo terminaba con alguien que lo sacaba de sus fantasías y lo enfrentaba de nuevo a su realidad.

Dicen que la vida siempre da otra oportunidad, y con él no hizo excepción.
Mientras caminaba una mañana buscando otro trabajo vio a través del ventanal de un bar a la dueña de esos ojazos verde musgo desayunando sola, y se transportó nuevamente a sus sueños, sus diálogos, sus tal vez, mientras seguía caminando prometiéndose que la próxima si le hablaba.
Desde el interior del bar ella lo acompañaba con esa fatal sonrisa que iluminaba aún más su inocente mirada…
Quedó paralizado justo antes de chocar con un poste de alumbrado, mientras en su mente luchaban los sí y los no… cabe decir que por lejos venían ganando los últimos.
- Apenas dejó de ser una niña- se decía
- Yo la doblo en edad.
- ¿Qué va a decir la gente, mis amigos, los de ella, la familia?
- Ella recién empieza a vivir y yo ya he vivido tanto…
Seguía con su soliloquio interno sin percatarse que la chica en cuestión ya salía del bar y pasaba no tan casualmente cerca de él, dirigiendo una mirada directa como para definir su interna discusión.
Él abrió su boca sin control, sin pensar, y se escuchó diciendo:
-¿Querés que salgamos, que vayamos a tomar algo?
Su cabeza le daba vueltas.- ¿Qué dije?- Pensó- ¡Ni que tuviera quince años! ¡Qué papelón! ¡Ya quedé como un idiota! Mejor me disculpo y me voy antes que se empiece a reír de mí.
Pero antes de poder reaccionar ella dijo unas palabras mágicas:
- Sí, quiero
Y él cayó rendido a sus pies.
Rápidamente recuperó su magia, solo que ahora a las palabras mágicas las decía ella:
– Sí, quiero.

Al poco tiempo ya vivían juntos, él se consiguió un buen empleo y ya no lo perdió. Ella lo acompañaba y era su sostén.
A pesar de recuperar su magia, no volvió a sus shows, prefirió hacerse comediante y hacía sus actuaciones contando chistes e historias graciosas los fines de semana en algún barcito de mala muerte.
Después de todo él solo quería que ella le sonría para iluminar aún más esos ojos verde musgo que lo transportaban a otro lugar.

- Una solitaria cabaña, en medio de las sierras, con una pequeña cascada que terminaba en un laguito donde las piedras estaban cubiertas de musgo y él se recostaba a descansar en su orilla… Abrazado a ella.

                                  OMAR MAJUL