martes, 11 de julio de 2017

LUCÍA



En la escuela Nº 3 de Mar del Plata el escenario ya estaba montado y acababan de hacer las pruebas de sonido. El invitado iba a presentar su nuevo libro y todos esperaban más por cortesía que por interés. Con todo el alumnado en el patio el escritor empezó a subir junto con un músico que solía acompañarlo para ponerle un color distinto a sus lecturas. Cuando trepaba los últimos escalones alcanzó a ver a un preceptor que zamarreaba a uno de los revoltosos para que se mantenga alejado del escenario y en silencio. El escritor se paró frente al micrófono y esperó que terminen los aplausos. Cuando consideró aceptable el silencio empezó a hablar. -¡Un adolescente que no trasgrede está muerto o seco por dentro, es un vegetal! Uds. ¿están vivos? El auditorio sorprendido balbuceó un tímido sí. No conforme con el resultado miró directamente al recién zamarreado y le preguntó: - a ver vos, decime ¿sos un vegetal? El chico miró en derredor y contestó -¡No! -¡Entonces gritá carajo!-le dijo el escritor Ya más suelto el alumno lanzó un alarido guerrero que fue acompañado desde arriba por una guitarra distorsionada. El escritor insistió: -Y Uds. ¿son vegetales? La respuesta no se hizo esperar ésta vez y al unísono le contestaron: ¡No! -Griten entonces, les dijo autoritariamente. Toda la escuela se hizo escuchar y tembló con el acompañamiento de la guitarra que sonaba cada vez con más fuerza. Los preceptores y maestros se miraban desconcertados sin saber cómo controlar la situación, pero el escritor alzó sus brazos y como si fuera un director de orquesta cerró de golpe sus manos quedando con los puños apretados a la altura de la cara. La guitarra cesó instantáneamente y los chicos fueron callando también. El empezó a hablar tratando de poner una voz suave. -Hola, mi nombre es Lucía. Tanto los alumnos como el personal de la escuela empezaron a mostrar su incomodidad pero como si acordaran tácitamente entre todos, lo dejaron seguir. -Hola, mi nombre es Lucía. Tengo 16 años y me gusta lo que a toda chica de mi edad, salir, bailar, juntarme con amigas, desafiar las normas y los límites. Les cuento que me presentaron a un chico más grande, flashemos y me invitó a salir. Quedamos en vernos el sábado por la noche. Me pasaron a buscar en una camioneta y fuimos a su casa para tomar algo y decidir para donde ir después. Empezamos charlando y fumando un porrito como para relajarnos, seguimos con cervezas y en algún momento tomé algo que no esperaba. Al rato ya flotaba por el aire, sí, podía verme desde arriba como si estuviera pegada al techo. Vi cómo me desvestían y yo no podía hacer nada, claro, si no estaba ahí. Empezaron uno a uno a violarme, golpearme, insultarme, no sé por qué ni cuantos ni cuantas veces, dicen que entre dos o tres pero no me acuerdo, yo no estaba ahí. Yo estaba paseando por mis recuerdos, mi cumple de 15 y las ganas de ir a Disney, el piercing y lo que dolió, las zapas que me gustaban y no llegué a comprar… De a ratos me asomaba para ver que me estaban haciendo, siempre desde lejos, no me animaba a acercarme demasiado. -Dale, dale putita si sabemos que te gusta… -Dale, agarrá, agarrá… -Chupá… -Tragá… -Dale, movete, movete más… Soy una marioneta que se sacude espasmódicamente movida por un nefasto titiritero. Dale, agarrála, traéla, sentála… sentála acá.
Fue un segundo creo, entre al cuerpo y no pude gritar. Ahora soy un espantapájaros izado, rígido y mudo. Volví a salir, me miré de frente… los ojos vacíos, ya no estoy ahí. Ya no miro, no duele, no siento, no respiro, no lato… -¡Boludo se nos fue la mano! Veo como me bañan, me visten y llevan al hospital… Pero ya no estoy ahí y no puedo volver… Ya estoy de nuevo con mi vestido bailando el vals, festejando, saludando y sacándome esas odiosas fotos. Y abrazos, y besos, y fotos, y velas, y amigas, y bailes, y tías, y mamá y papá que me apretujan… Quieren dejarme y correr pero alguien los frena… -Se pasó de merca, dijeron. No les creen y terminan presos. Llaman a mi hermano…A mis viejos… Los veo quebrados, llorando y tratando de abrazarme. Ya no estoy ahí. Pero como me gustaría estar para que papá y mamá me apretujen… al menos…una vez más. El silencio casi sepulcral de toda la escuela se rompió con algunos llantos, algunos reproches y hasta unos insultos. Pero el escritor había alcanzado su objetivo, les mostró que ellos todavía estaban vivos para hacerse escuchar y que ya no iban a olvidar a Lucía…
Nunca.

OMAR MAJUL

lunes, 10 de julio de 2017

LECTURA EN BAR JEKYLL DE ROSARIO-DICIEMBRE 2016


Los 2 primeros textos ya están publicados en el blog

A LA LUNA


Me gusta contemplar la luna, y la verdad es que no sé por qué nunca escribí nada sobre ella antes de hoy, quizás porque ya se ha escrito tanto…
Sí, me gusta la luna…
Sobre todo cuando está tan inmensa y redonda como hoy.
Me recuerda tu rostro el día que te dije adiós… Tan redondo y bello, pero con una blancura inusual.
Ese día pensé en la luna, pálida y lejana…
Hoy la veo y pienso en ti, fría, inmóvil, distante…
No sé muy bien que me hipnotiza de ella, y digo hipnotiza porque luego de un rato de contemplarla siento que desaparezco por el resto de la noche y vuelvo a aparecer en la mañana. Como si me atrapara y yo me disolviera en ella… Igual que cuando te miraba.
En la mañana sólo me queda el recuerdo del dolor, sí, ese dolor que me recorre de pies a cabeza, subiendo por la columna y desparramándose por cada músculo, cada nervio, hasta hacerme gritar y caer inconsciente.
Sí, me gusta la luna… Pero algunos días quiero bajarla y destrozarla para evitar el dolor…
Ese día vos estabas tan cerca de mí…
Me miraste espantada y cada vez más pálida mientras yo me retorcía de dolor…
Sí, ese día me recordaste a la luna…
¡Yo solo quería parar el dolor!...
Mientras aullaba mis garras atravesaban tu abdomen, salpicando de color tanta blancura…
Me gusta contemplar la luna llena, y cantarle, a mí manera…
¿Será que veo tu rostro y quiero traerte de regreso a mi lado?...
OMAR MAJUL
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